La nueva Pascua para las Iglesias en Cuba
Por Yandry Fernández Perdomo y Boletín Vida Cristiana
Es domingo y en San Francisco de Paula, una iglesia ubicada a 8 kilómetros del centro de La Habana, soplan nuevos aires después de Pentecostés. Han llegado a la comunidad los primeros fieles desde que el 24 de marzo los obispos ordenaran la restricción de misas y celebraciones públicas hasta que la situación epidemiológica, causada por la pandemia del coronavirus, se normalizara.
El padre Jorge Luis, su párroco, les explica que comenzará a celebrar las misas dominicales a puertas abiertas y con la presencia de algunas personas que no se encuentren en situación de riesgo, manteniendo un severo distanciamiento social y medidas higiénicas.
De igual manera, en la Catedral de La Habana, la Iglesia de Reina en Centro Habana, San Agustín o la pequeña capilla de Panorama, en Nuevo Vedado, algunos pocos fieles se aprestan a participar de las misas presenciales, de las cuales se han visto privados los católicos cubanos desde hace más de dos meses.
Las expectativas sobre el regreso a la situación de normalidad aumentaron cuando el pasado 11 de junio, Manuel Marrero Cruz, Primer Ministro de la República, explicó en el programa televisivo Mesa Redonda que a partir de la venidera primera fase de recuperación podrán reanudarse paulatinamente las actividades y celebraciones públicas en las instituciones religiosas de todo el país.
En consecuencia, Alfredo, párroco de San Julián, en Güines, reunió a su consejo parroquial para analizar las medidas que se tomarían a partir de esta primera fase.
A su vez, Monseñor Juan de Dios Hernández, obispo de Pinar del Río, emitió una comunicación, en donde expresa que para esa iglesia diocesana “la fecha de apertura será el 28 de junio”, en dependencia de la apertura de la primera fase recuperativa en la provincia. Además, orientó discretas medidas: “mantener el uso del nasobuco, limitar el número de personas dentro de los templos, higienizar las superficies al concluir la celebración, organizar reuniones de consejos parroquiales y crear equipos de trabajo que colaboren con el cumplimiento de las medidas”.
Las acciones en Italia para que no vuelva “la peor cuaresma de la historia”
David Gómez es un sacerdote cubano que, a partir de su regreso a Italia para realizar un doctorado en teología dogmática, lo único que han visto sus ojos es un país devastado por la pandemia. Pero, tras más de dos meses de duro confinamiento, el 18 de mayo todas las iglesias de Italia y el Vaticano reabrieron sus puertas.
Como parte de la ayuda que presta a la Iglesia italiana durante su periodo de estudios, David atiende ahora la parroquia de la Sacra Famiglia (Sgda. Familia), en la diócesis de Frosinone, región del Lacio, y lo que tiene bien claro es que, si no se toman severas medidas de seguridad, volverán a cerrarse los templos.
Estas son algunas de las extremas normas que aplica la Iglesia católica en Italia y que el padre David en su parroquia tiene que velar por su cumplimiento:
Los santuarios en el centro del debate
Quienes veneran a San Lázaro o la Virgen de la Caridad del Cobre podrán comprobar cuán concurridos son los santuarios cubanos. Por ejemplo, entre el 16 y el 17 de diciembre del pasado año más de 85 mil personas peregrinaron hacia el Rincón, como se conoce popularmente al Santuario Nacional de San Lázaro, ubicado en la periferia de la capital.
Ante una “desescalada”, o sea, una flexibilización de las medidas de distanciamiento, el Padre Elixander, rector del Rincón, ya tiene previsto aplicar una serie de medidas de seguridad para cuidar de la salud de los peregrinos:
Por otro lado, el 15 de agosto se celebra en Guanabacoa, la fiesta de la Virgen de la Asunción, y el 7 de septiembre, Ntra. Sra. de Regla y al día siguiente, Ntra. Sra. de la Caridad del Cobre, tres de las advocaciones marianas más veneradas en una tierra en que, junto con la feligresía católica, un importante número de personas viven su fe con expresiones de la religiosidad popular.
Desde Regla, el padre Roberto Betancourt comenta que también son necesarias las medidas personales: “Como requisito para entrar al Santuario será necesario utilizar el nasobuco y los fieles deberán evitar las aglomeraciones de personas y el contacto físico entre ellos”, explica. Además, añade, para evitar el riesgo de contagio masivo, no se deberá permitir en las celebraciones los grandes grupos como se ve en las colas del comercio de los alimentos.
En cuanto a la popular procesión por el día de la Virgen de la Caridad del Cobre, el Pbro. Ariel Suárez, párroco del Santuario diocesano de la Caridad, comenta que aún es muy pronto para afirmar si se realizará o no la procesión, pero, si se llegara a efectuar, se deberán tomar medidas de distanciamiento físico y el uso del nasobuco.
¿Se detienen la labor misionera de la Iglesia?
Desde hace algunos años Yordanis Alfonso, además de formarse en el Seminario, es uno de los más apasionados miembros de los Laicos Misioneros de la Misericordia (Laimis), una agrupación católica que realiza misiones puerta a puerta en diferentes poblados rurales y urbanos de Cuba para “predicar el Evangelio y darle ánimos al pueblo que tanto lo necesita en estos momentos”.
Para él, esta etapa de “ayuno de sacramentos” -como la describiera el padre David Pantaleón, Superior de los jesuitas de Cuba- no ha significado que la actividad misionera se disminuya: “Misión no es solo visitar los hogares y dar la Buena Nueva. También es rezar por los demás, ayudar a aquellas personas que necesitan de nuestros servicios, como los ancianos y personas vulnerables y colaborar, tanto material como espiritualmente, a aquellos hermanos que tanto lo necesitan en estos momentos de crisis”.
Ante el venidero período de apertura, los Laimis volverán a su actividad cotidiana, pero, a decir de Yordanis, “se deberá ser prudentes y cumplir con las medidas de seguridad lo mejor posible: usar el nasobuco, guardar la distancia adecuada entre las personas, lavarse las manos periódicamente, al igual que el uso de la solución de cloro”.
La polémica de la música y los cantos durante la liturgia
Moisés Santiesteban es uno de los más reconocidos músicos de la Iglesia católica en Cuba. Sus años de experiencia como organista de la Catedral de la Habana y organizador de las siete ediciones de la Semana de Música Sacra, además de su papel como profesor y coordinador de la Cátedra de Música Sacra del Centro Cultural P. Félix Varela, avalan la calidad de su labor profesional por revalorizar el papel de la música en la liturgia.
“La música es una parte esencial de la liturgia. El Kirie, el Gloria, el Sanctus y el Agnis Dei son partes integrales de la misa y por tradición cantadas”, afirma.
Ahora bien, en el mundo católico ha resonado que las medidas de reapertura en Italia prohíben la presencia de coro, aunque permiten el uso de músicos y organistas que acompañen la celebración.
“La práctica coral — explica Moisés — conlleva reunión de multitudes. Estamos hablando de más de cinco personas cantando juntas en un mismo espacio, a veces reducido. También estamos acostumbrados a ver una formación en que, por lo general, están adelante las mujeres y detrás los hombres, o inclusive, dos filas de mujeres y una de hombres al fondo, lo cual indica que el contacto de las personas es mucho mayor”.
Sin embargo, desde su experiencia, hay algunas formaciones corales donde las personas no tienen contacto la una con la otra, por ejemplo, con una “V” o en posición en “U”.
“Se pudiera intentar que las personas cantaran en las parroquias con nasobucos, pero sería muy complejo. Si hablamos de cantos, tendrá que ser sin nasobucos”, advierte.
Además, señala que otro de los elementos que deberán modificarse en este tiempo es la posición del director del coro, quien generalmente se ubica al frente del mismo: “Propondría que, si hay director en el coro, se ponga en una esquina para mantener una adecuada distancia y evitar el contacto”.
En el caso de los organistas e instrumentalistas acompañantes, como no están en contacto directo con el coro, no es tan difícil la situación.
“Entonces convivir con el coronavirus nos va a ayudar a emprender soluciones a estos problemas porque ante todo hay que cuidar al ser humano”, concluye Moisés.
La Iglesia que vendrá
El pasado 11 de junio, el Cardenal Juan García presidió una misa de Acción de Gracias en la parroquia habanera de Cristo Rey, con motivo de los 25 años de la presencia en Cuba de la congregación religiosa Misioneros de Guadalupe. Durante la celebración, el Cardenal García mantuvo una actitud de recogimiento interior y oración. Unas pocas horas más tarde, se anunciaba la desescalada.
Indudablemente, la Iglesia católica en Cuba se ha fortalecido en esta crisis por un reforzamiento de su presencia pública en la sociedad cubana. No pocas comunidades se han aventurado a la costosa y difícil tarea de transmitir sus misas en las redes sociales. También algunas pastorales han reorganizado su trabajo a través de grupos de WhatsApp, al igual que los centros educativos de las diócesis. Incluso, las personas más adiestradas se han convertido en auténticos youtubers para dar catequesis. A su vez, las misas por televisión y los mensajes radiales de los obispos mantienen su frecuencia semanal.
Por otro lado, al verse limitados en la impresión y distribución de sus contenidos, los tradicionales medios impresos como son Vida Cristiana, Palabra Nueva o Iglesia en Marcha han apostado por una presencia cada vez más activa en el universo de las redes digitales.
Una nueva Pascua se avecina. No sabemos, al menos por ahora, todas las rutas por donde los aires del Espíritu han soplado para el bien de la Iglesia. Vendrán nuevos cambios, no cabe dudas, pero lo cierto es que en esta nueva etapa predominará una ética del cuidado y una vuelta hacia la esencia y promoción de la vida de las personas como principio para la acción encarnada, orante y misionera de la Iglesia católica en Cuba.
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