La dulce esperanza de la Patria*
Hay algo que es superior a nosotros, es la grandeza de nuestro pueblo (…)
Papa Francisco, palabras a los jóvenes cubanos, La Habana, 20 de septiembre de 2015.
Las personas volvieron a adueñarse de El Rincón. Los “timbiriches” reocuparon sus mostradores ante la llegada de miles de visitantes a este poblado habanero, muchos de los cuales llevaban consigo un crucifijo y otros, velas de color púrpura. Dentro del aglomerado grupo algunos hombres y mujeres andaban a rastras o de rodillas por todo el camino, cumpliendo una promesa. Fue la víspera del 17 de diciembre, uno de los días más concurridos por cientos de fieles cristianos y practicantes de religiones afrocubanas que consagran su fe a San Lázaro con la visita al Santuario Nacional, ubicado en esta localidad del capitalino municipio de Boyeros, que se ha convertido en una de las mayores muestras de religiosidad popular en Cuba.
El pasado año, María Cristina y sus dos hijos, Javier y Eliany, regresaron una vez más al Rincón junto a un grupo de jóvenes católicos, que, a diferencia de los demás feligreses, vinieron para colaborar voluntariamente en las actividades que realiza la parroquia habanera durante el día.
“En nuestra iglesia solo nos relacionamos con quienes vienen al templo y han recibido los sacramentos. Sin embargo, no todos los presentes esa noche eran cristianos, muchos solo acudieron a cumplir con una promesa. Pero ese fue el momento que tuvimos para presentarnos ante ellos y ayudarlos”, afirmó María Cristina.
A Javier, su hijo, le resultó difícil entender los grandes sacrificios realizados por diferentes familias que trajeron a los niños para cumplir con sus votos a un mismo Santo que, a su vez, representa diferentes deidades religiosas (Por ejemplo, Lázaro, el mendigo de las muletas, según la parábola de Jesús del Evangelio según San Lucas; San Lázaro, el obispo y “Babalú Ayé”, como le llaman los practicantes de la religión yoruba).
Junto a la familia de María Cristina y detrás de ese escenario que representó la festividad religiosa, estaban esos “héroes anónimos” abriendo paso entre la multitud para que algunos penitentes llegaran a su destino: el santuario. Otros como Ronald llevaban consigo agua para brindarle a los sedientos. También contribuyeron los que detrás del altar recolectaban flores, colocaban velas o quienes, simplemente, formaban parte del coro para llevar el acompañamiento sonoro del templo durante el resto de la noche.
Reinier, que anteriormente había colaborado en más de cinco oportunidades a partir de sus 17 años, tampoco podía perderse la ocasión, la cual se ha vuelto una práctica habitual en su vida. “Esta vez fue muy intensa porque hubo nuevas emociones y vinieron más devotos que en otros momentos. Nosotros ganamos en experiencia y nos brindó la posibilidad de ser misericordiosos y servir a la Iglesia”, explicó.
También Glory, otra de las voluntarias, comentó por medio de la red social Facebook que había asistido por segunda vez para ayudar a los peregrinos de San Lázaro y esperaba ansiosa continuar colaborando en las próximas festividades.
Por otra parte, Liz, animadora de la diócesis habanera, refirió que resulta habitual que jóvenes de diferentes comunidades, convocados por la Pastoral Juvenil, además de participar en este servicio, apoyen en diferentes celebraciones como es el caso del Santuario diocesano de la Caridad del Cobre, el 8 de septiembre o la Iglesia de la Merced, el día 24 de ese mismo mes. “Son verdaderas experiencias de caridad y misericordia”, expresó.
Semana de protagonismo juvenil
A propósito, en medio de la primavera de abril, hubo otra ocasión donde las campanas volvieron a sonar por toda Cuba y las personas retomaron las calles de su comunidad. Así, por ejemplo, este año en la ciudad de Camagüey, donde las iglesias no distan mucho unas de otras, el sonido que emitieron estos antiguos artefactos se hizo sentir por toda la villa de Puerto Príncipe. Para nadie resultó un secreto ese alboroto incesante en los templos porque en la Semana Santa los oficios religiosos fueron constantes.
Como parte de las tradiciones de esa ciudad, los jóvenes encabezaron la tradicional procesión del Santo Sepulcro en la noche del viernes, donde salieron desde la parroquia de la Merced, pasaron por La Catedral, recorrieron el parque Agramonte y terminaron en la Plaza de la Soledad.
“Acá es cotidiano que nosotros seamos protagonistas en las principales actividades de cada parroquia en la celebración de Semana Santa, sobre todo, en la procesión efectuada el viernes en la noche. Otras de las actividades son las misiones juveniles en la Semana de Pascuas y, en esta ocasión, muchos de nuestros compañeros salieron a visitar diferentes poblados en Punta de Maisí, Santiago de Cuba y otras zonas rurales del país”, afirmó Laura, una joven de la comunidad de La Catedral de esa provincia, quien además agregó que ese impulso que tiene hoy la juventud es un signo de transformación y, por consiguiente, las nuevas generaciones han empezado a tener más conciencia de su liderazgo en la construcción de una Iglesia más laical.
Francisco: inspirador de juventudes
Ya que aludo a dos momentos donde los nuevos herederos de la patria fueron protagonistas de cada una de las celebraciones en diferentes regiones del país, quisiera referirme a un acontecimiento especial que todavía se vive en los corazones de miles de muchachos y muchachas de toda la Isla. Hablo de las palabras del Papa Francisco a los jóvenes el 20 de septiembre de 2015.
Ese día, justo al atardecer, las nubes cubrían el cielo ante la llegada inminente de la lluvia veraniega. Sin embargo, esto no acorraló a la muchedumbre de personas que, desde horas tempranas de la mañana, esperaban ansiosos el encuentro cercano con el Santo Padre en las afueras del antiguo Seminario de San Carlos y San Ambrosio, hoy Centro Cultural Padre Félix Varela.
Bajo una fina llovizna, que por aquel entonces caía sobre La Habana, Su Santidad hizo una parada en el recorrido pastoral por toda Cuba para dedicarle un conmovedor mensaje a los jóvenes. En sus palabras no pudo faltar la reflexión a soñar y trabajar juntos por el bien común, en una Isla que busca abrirse al mundo, tal como había exhortado san Juan Pablo II en la histórica visita en 1998.
“A ustedes, jóvenes cubanos, aunque piensen diferente, aunque tengan su punto de vista diferente quiero que vayan acompañados, juntos, buscando la esperanza, buscando el futuro y la nobleza de la patria”, expresó el Papa Francisco ante una multitud que aplaudía cada una de sus palabras.
En ese instante, Carlos, uno de tantos feligreses camagüeyanos que no pudieron estar presentes en La Habana, pero desde sus televisores seguían de cerca las palabras del obispo de Roma, no pudo evitar conmoverse ante aquel discurso y, según su opinión, desde este encuentro los jóvenes están más atentos y hay mucha más simpatía con respecto a la Iglesia.
“Me impresionó mucho cuando dijo: «Recen por mí y si alguno de ustedes no es creyente y no puede rezar porque no es creyente, que al menos me desee cosas buenas». Eso nos incluye a todos. El «desear cosas buenas» resulta una manera muy atractiva y acertada de llegar a las nuevas generaciones”, explicó.
Claudia, su compañera de la comunidad de La Catedral en Camagüey, opinó que desde que el Papa Francisco fue nombrado Pontífice ha habido muchos signos de acercamiento. “Otro de los contactos que ha tenido con nosotros fue en su mensaje en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada del 28 al 31 de julio de 2016. Esto representa un signo por parte de la Iglesia de que es nuestro tiempo y los jóvenes responderemos a su llamado”, refirió.
Liz, la animadora diocesana de La Habana, con algunos años de experiencia como líder juvenil, lo tiene bien claro: “Él sembró una semilla en nosotros que poco a poco va a ir germinando, escalará y crecerá”.
Nuevas luces en el camino
Esas “semillas”, como bien decía Liz, necesitan de una importante formación educativa. Lo cierto es que la Iglesia Católica cubana, desde las últimas décadas ha ido recuperando algunos terrenos perdidos en el campo de la enseñanza.
En este sentido, el curso pasado el Instituto de Estudios Eclesiásticos Padre Félix Varela graduó a 22 nuevos bachilleres en Humanidades formados en sus aulas, los cuales continuarán sus estudios superiores con la licenciatura en la especialidad de Ciencias Sociales en esta misma escuela, que ya posee más de un centenar de alumnos en búsqueda de “cultivar y promover un auténtico humanismo en la perspectiva de la Revelación cristiana”, como bien refleja la Guía Académica de la institución.
Por otro lado, el 25 de febrero del presente año se cumplió el aniversario 164 de la muerte del maestro cubano Pbro. Félix Varela. Aunque ese día no se realizó ningún “acto oficial” en honor a la efeméride, el profesor Giampiero Aquila iniciaba un nuevo ciclo del Seminario Persona y Cultura en el mismo Centro Cultural que lleva el nombre del promotor de una renovación en la metodología de la enseñanza en la Isla a principios del siglo XIX. En el comienzo de la conferencia, Giampiero expresó que no había mejor forma de homenajear al pedagogo criollo que a través de la obra educativa desempeñada por la Iglesia en Cuba.
Al fin y al cabo, son esos ideales de Varela la base de toda la labor que ha ido desarrollando la sociedad laical junto a su Iglesia en periodos de dolor y alegría, encuentros y desencuentros, de perdones y reconciliaciones, de personas olvidadas y de jóvenes que, en búsqueda de nuevas oportunidades, han dejado atrás la tierra que los vio nacer y nunca más han regresado.
Precisamente, son los actos de diálogos y misericordia los que renuevan los caminos de la esperanza en busca de solucionar problemas tan críticos en la sociedad cubana actual. En vista de ello, a la nueva generación le corresponderá andar unidos, convocados por una cultura del encuentro como exhortó el Papa Francisco en La Habana, con profunda fe en el futuro porque “el amor todo lo espera” (I Cor 13,7).
Referencias:
*Félix Varela y Morales. Obras Completas Volumen III. “Cartas a Elpidio”. Editorial Cultura Popular e Imagen Contemporánea. La Habana 2001. 102pp