El diálogo: una dimensión medular en el pensamiento del Cardenal Jaime Ortega

Yandry Fernández Perdomo
3 min readJul 25, 2020

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Por Yandry Fernández Perdomo

Hace un año -un 26 de julio- cubanos y cubanas amanecieron con la noticia de que el cardenal Jaime Ortega había muerto. Contra el pronóstico de los médicos y los vaticinios de algunos inescrupulosos en las redes sociales, el arzobispo emérito de La Habana fue un luchador por la vida. En los últimos meses, se le veía presidir algunas misas y conversar de cualquier tema con grandes amigos.

En su labor por la “Casa Cuba”, y en particular por la Iglesia, el padre Jaime, como comúnmente se le decía desde el cariño, desarrolló un pensamiento y una eclesiología que incluía la dimensión del diálogo como un gran proyecto nacional, en medio de lo que significa ser “Iglesia viva” en la complejidad de una revolución socialista.

Esta dimensión profética venía de una línea de pensamiento desarrollada ampliamente durante el Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), de 1986: la Teología de la Comunión. “La vocación de cada cristiano en la Iglesia -explica Jaime en una conferencia del año 2006- es la Comunión, que no es más que unir a todos nuestros hermanos en el amor, superando las separaciones y divisiones”. Es decir, debía existir un diálogo y una reconciliación, no solo entre católicos y marxistas, sino entre todos los cubanos.

La Iglesia “encarnada”, “orante” y “misionera”, como fruto de la reflexión del ENEC, debía ser la guía y el camino a la esperanza de todo el pueblo cubano. Las categorías antagónicas “amigo” y “enemigo” ya no debían, al menos en teoría, tener cabida dentro de las comunidades eclesiales.

Desde mucho antes del pontificado de Francisco, ya Jaime concebía el diálogo como un componente esencial de la cultura del encuentro: “el diálogo es encontrarse”, lo resumía así durante una entrevista que se le realizara en el año 1997. “El diálogo indispensable en nuestro país -explicaba refriéndose sobre todo al diálogo entre la Iglesia y la nación cubana- debe ser en profundidad, sobre el papel de la Iglesia en la vida de los cubanos y su acción positiva en la sociedad.”

Todo ello lo llevó a establecer profundos procesos de diálogo entre la Iglesia y la intelectualidad cubana, el Estado, la oposición, gobiernos extranjeros, denominaciones cristianas y otras religiones. En esa línea, durante el tiempo en que fue el titular de la arquidiócesis habanera, la Iglesia cubana medió en importantes procesos que llevaban un trasfondo de reconciliación nacional: en el proceso de liberación del llamado grupo de los 75 y en el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

La comprensión de este pensamiento profético aun hoy luce desafiante ante tantas heridas abiertas, que aún conservan muchos de una y otra orilla. Por eso, las críticas perpetúan una cierta minusvaloración de la figura del Cardenal, sin llegar a descubrir en su pensamiento los rasgos de un verdadero guía espiritual de la Iglesia.

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Yandry Fernández Perdomo
Yandry Fernández Perdomo

Written by Yandry Fernández Perdomo

Soy periodista freelance cubano, ahora radicado en España, y un enamorado de la fotografía.

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